domingo, 20 de diciembre de 2020
Cuarto Domingo de Adviento
sábado, 19 de diciembre de 2020
Novena de Navidad - Día Cuarto
Novena de Navidad - Día Cuarto
DÍA CUARTO
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les distéis en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
(Se reza Gloria al Padre).
Consideración
Desde
el seno de su madre comenzó el Niño Jesús a poner en práctica su entera
sumisión a Dios, que continuó sin la menor interrupción durante toda su vida.
Adoraba a su Eterno Padre, le amaba, se sometía a su voluntad, aceptaba con
resignación el estado en que se hallaba conociendo toda su debilidad, toda su
humillación, todas sus incomodidades. ¿Quién de nosotros quisiera retroceder a
un estado semejante con el pleno goce de la razón y de la reflexión?, ¿Quién pudiera sostener a sabiendas un martirio tan prolongado, tan penoso de todas
maneras? Por ahí entró el Divino Niño en su dolorosa y humilde carrera; así
empezó a anonadarse delante de su Padre, a enseñarnos lo que Dios merece por
parte de su criatura, a expiar nuestro orgullo, origen de todos nuestros
pecados, y hacemos sentir toda la criminalidad y desórdenes del orgullo.
Deseamos
hacer una verdadera oración; empecemos por formarnos de ella una exacta idea
contemplando al Niño en el seno de su madre, El Divino Niño ora y ora del modo más
excelente. No habla, no medita ni se deshace en tiernos afectos. Su mismo
estado, aceptado con la intención de honrar a Dios, es su oración y ese estado
expresa altamente todo lo que Dios merece y de qué modo quiere ser adorado por
nosotros.
Unámonos
a las oraciones del Niño Dios en el seno de María; unámonos al profundo
abatimiento y sea este el primer afecto de nuestro sacrificio a Dios. Démonos a
Dios, no para ser algo como lo pretende continuamente nuestra vanidad, sino
para ser nada, para quedar eternamente consumidos y anonadados, para renunciar
a la estimulación de nosotros mismos, a todo cuidado de nuestra grandeza aunque
sea espiritual, a todo movimiento de vanagloria. Desaparezcamos a nuestros
propios ojos y que Dios sólo sea todo para nosotros.
Oración a la Santísima Virgen
Soberana María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo. ¡Oh dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
(Se reza el Avemaría).
Oración a San José
¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan soberanos misterios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervoroso deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
(Se reza un Padrenuestro).
Gozos Navideños
Dulce Jesús mío, mi niño adorado ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Oh, Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! canto...
¡Oh, Adonaí potente que Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte el brazo! Canto…
¡Oh, raíz sagrada de José que en lo alto presenta al orbe tu fragante nardo! Dulcísimo Niño que has sido llamado Lirio de los valles, Bella flor del campo. canto...
¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio! ¡Sácanos. Oh Niño con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! canto...
¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! canto...
¡Espejo sin mancha, santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño, da al mísero amparo! canto...
¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, De Israel anhelo Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso! canto...
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo! canto...
¡Ven, que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercanos! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! canto...
¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! canto...
¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto! canto...
¡Ven Salvador nuestro por quien suspiramos Ven a nuestras almas, Ven, no tardes tanto!
Oración Niño Jesús
Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado". Llenos de confianza en vos, ¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto.
Nos entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.
Novena de Navidad - Día Tercero
Novena de Navidad - Día Tercero
DÍA TERCERO
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les distéis en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
(Se reza Gloria al Padre).
Consideración
Así
había comenzado su vida encarnada el Niño Jesús. Consideremos el alma gloriosa
y el santo cuerpo que había tomado, adorándolos profundamente. Admirado en el
primer lugar en el alma de ese Divino Niño, considerarnos en ella la plenitud de
su gracia santificadora; la de su ciencia beatífica, por lo cual desde el
primer momento de su vida vio la divina esencia más claramente que todo los
ángeles y leyó lo pasado y lo por venir con todos sus arcanos conocimientos. No
supo por adquisición nada que no supiese por infusión desde el primer momento
de su ser; pero Él adoptó todas las enfermedades de nuestra naturaleza a que
dignamente podía someterse, aun cuando no fuese necesario para la grande obra
que debía cumplir. Pidámosle que sus divinas facultades suplan la debilidad de
las nuestras y les den nueva energía; que su memoria nos enseñe a recordar sus
beneficios, su entendimiento a pensar en Él, su voluntad a no hacer sino lo que
Él quiere y en servicio suyo.
Del
alma del Niño Jesús pasemos ahora a su cuerpo, que era un mundo de maravillas,
una obra maestra de la mano de Dios. No era, como el nuestro, una traba para el
alma; era, por el contrario, un nuevo elemento de santidad. Quiso que fuese
pequeño y débil como el de los niños, y sujeto a todas las incomodidades de la
infancia, para asemejarse más a nosotros y participar de nuestras
humillaciones. El Espíritu Santo formó ese cuerpecillo divino con tal
delicadeza y tal capacidad de sentir, que pudiese sufrir el exceso para cumplir
la grande obre de nuestra redención. La belleza de ese cuerpo divino fue
superior a cuanto divino fue superior a cuanto se ha imaginado jamás; la divina
sangre que por sus venas empezó a circular desde el momento de la encarnación
es la que lava todas las manchas del mundo culpable. Pidámosle que lave las
nuestra en el sacramento de la penitencia, para que el día de su Navidad nos
encuentre purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y provecho
espiritual.
Oración a la Santísima Virgen
Soberana María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo. ¡Oh dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
(Se reza el Avemaría).
Oración a San José
¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan soberanos misterios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervoroso deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
(Se reza un Padrenuestro).
Gozos Navideños
Dulce Jesús mío, mi niño adorado ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Oh, Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! canto...
¡Oh, Adonaí potente que Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte el brazo! Canto…
¡Oh, raíz sagrada de José que en lo alto presenta al orbe tu fragante nardo! Dulcísimo Niño que has sido llamado Lirio de los valles, Bella flor del campo. canto...
¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio! ¡Sácanos. Oh Niño con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! canto...
¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! canto...
¡Espejo sin mancha, santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño, da al mísero amparo! canto...
¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, De Israel anhelo Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso! canto...
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo! canto...
¡Ven, que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercanos! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! canto...
¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! canto...
¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto! canto...
¡Ven Salvador nuestro por quien suspiramos Ven a nuestras almas, Ven, no tardes tanto!
Oración Niño Jesús
Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado". Llenos de confianza en vos, ¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto.
Nos entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.
jueves, 17 de diciembre de 2020
Novena de Navidad - Día Segundo
DÍA SEGUNDO
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les distéis en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
(Se reza Gloria al Padre).
Consideración
El
verbo eterno se halla a punto de tomar su naturaleza creada en la santa casa de
Nazaret, en donde moraban María y José. Cuando la sombra del decreto divino
vino a deslizarse sobre ella, María estaba sola y engolfada en la oración.
Pasaba las silenciosas horas de la noche en la unión más estrecha con Dios; y
mientras oraba, el Verbo tomó posesión de su morada creada. Sin embargo, no
llegó inopinadamente: antes de presentarse envió a un mensajero, que fue
Arcángel San Gabriel para pedir a María de parte de Dios su consentimiento para
la encarnación. El creador no quiso efectuar ese gran misterio sin la
aquiescencia de su criatura.
Aquel
momento fue muy solemne: era potestativo en María rehusar... Con qué adorables
delicias, con qué inefable complacencia aguardaría la Santísima Trinidad a que
María abriese los labios y pronunciase el "sí" que debió ser suave
melodía para sus oídos, y con el cual se conformaba su profunda humildad a la
omnipotente voluntad divina. La Virgen Inmaculada ha dado su asentimiento. El
arcángel ha desaparecidos. Dios se ha revestido de una naturaleza creada; la
voluntad eterna está cumplida y la creación completa. En las regiones del mundo
angélico estalla el júbilo inmenso, pero la Virgen María ni le oía ni le
hubiese prestado atención a él. Tenía inclinada la cabeza y su alma estaba
sumida en el silencio que se asemejaba al de Dios. El Verbo se había hecho
carne, y aunque todavía invisible para el mundo, habitaba ya entre los hombres
que su inmenso amor había venido a rescatar. No era ya sólo el Verbo eterno;
era el Niño Jesús revestido de la apariencia humana, y justificando ya el
elogio que de Él han hecho todas las generaciones en llamarle el más hermoso de
los hijos de los hombres.
Oración a la Santísima Virgen
Soberana María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo. ¡Oh dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
(Se reza el Avemaría).
Oración a San José
¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan soberanos misterios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervoroso deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
(Se reza un Padrenuestro).
Gozos Navideños
Dulce Jesús mío, mi niño adorado ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Oh, Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! canto...
¡Oh, Adonaí potente que Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte el brazo! Canto…
¡Oh, raíz sagrada de José que en lo alto presenta al orbe tu fragante nardo! Dulcísimo Niño que has sido llamado Lirio de los valles, Bella flor del campo. canto...
¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio! ¡Sácanos. Oh Niño con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! canto...
¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! canto...
¡Espejo sin mancha, santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño, da al mísero amparo! canto...
¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, De Israel anhelo Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso! canto...
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo! canto...
¡Ven, que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercanos! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! canto...
¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! canto...
¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto! canto...
¡Ven Salvador nuestro por quien suspiramos Ven a nuestras almas, Ven, no tardes tanto!
Oración Niño Jesús
Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado". Llenos de confianza en vos, ¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto.
Nos entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.
miércoles, 16 de diciembre de 2020
Novena de Navidad - Día Primero
DÍA PRIMERO
|
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres,
que les distéis en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho
hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra
salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas
gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él os ofrezco la
pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándoos
por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las
tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros
corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de
todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y
more eternamente. Amén.
La vida del Verbo eterno en el seno de su Padre era una vida maravillosa
y sin embargo, ¡misterio sublime!, busca otra morada, una mansión creada.
No era porque en su mansión eterna faltase algo a su infinita felicidad,
sino porque su misericordia infinita anhelaba la redención y la salvación
del género humano, que sin Él no podría verificarse. El pecado de Adán
había ofendido a Dios y esa ofensa infinita no podía ser condonada sino
por los méritos del mismo Dios. La raza de Adán había desobedecido y
merecido un castigo eterno; era pues necesario para salvarla y satisfacer
su culpa, que Dios, sin dejar el cielo, tomase la forma del hombre sobre
la Tierra y con la obediencia a los designios de su Padre expiase aquella
desobediencia, ingratitud y rebeldía. Era necesario, en las miras de su
amor, que tomase la forma, las debilidades e ignorancias sistemáticas del
hombre; que creciese para darle crecimiento espiritual; que sufriese, para
enseñarle a morir a sus pasiones y a su orgullo. Y por eso el Verbo
eterno, ardiendo en deseos de salvar al hombre, resolvió hacerse hombre
también y así redimir al culpable.
Oración a la Santísima Virgen
Soberana María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo. ¡Oh dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
Oración a San José
(Se reza un Padrenuestro).
Gozos Navideños
¡Oh, Adonaí potente que Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte el brazo! Canto…
¡Oh, raíz sagrada de José que en lo alto presenta al orbe tu fragante nardo! Dulcísimo Niño que has sido llamado Lirio de los valles, Bella flor del campo. canto...
Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado". Llenos de confianza en vos, ¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto.
Nos entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará
frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa,
acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.
domingo, 13 de diciembre de 2020
Tercer Domingo de Adviento
domingo, 6 de diciembre de 2020
Segundo Domingo de Adviento
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